¿Deportes al humo libre?
Por Selene Fox Talbot
(Instructora
de Jet Ski, Kite Surf / Kite Foil y Windsurf – Polista – Actualmente estudiando
la carrera de Orfebre en el Instituto Crisol)
Desde hace un mes, los chacareros dueños de
parcelas en las islas del Paraná, han decidido quemar los pastizales para
sembrar soja o para sembrar pasto para el ganado.
Quienes practicamos deportes de agua, estamos cansados
de no poder realizar nuestras rutinas por el peligro que ocasionan los bancos
de humos en las diferentes zonas y según sean los vientos.
Las islas entrerrianas se han convertido en un
infierno para todos, seamos ya los deportistas, los propios habitantes de las
islas, humanos y animales y la tremenda deforestación que significa quemar
miles de hectáreas.
Al gobernador de Entre Ríos no le importa que
su provincia se incendie, tampoco le importa el Glifosato que se riega sobre
campos, lagunas, lagos, arroyos y riachos, escuelas, familias de pequeños poblados y aldeas, que todo el veneno vaya a parar al río Paraná, que la gente se muera de cáncer y que nazcan niños con malformaciones.
Al intendente de Rosario le falta carácter
para ejercer con contundencia su obligación de salvaguardar a Rosario de ser
una gigantesca humareda y al gobernador, nada le importa, como tampoco les
importó a los anteriores, si las ciudades costeras se pierden bajo la capa de
humo, no importa, lo que sí importa es que la narcosoja sea redituable, porque
si alguien piensa que Santa Fé no está contaminada con glifosato y hasta DDT
(la laguna de Melincué posee según los análisis de aguas del CONICET, dosis
significativas de glifosato, DDT y clorpirifós; hace años atrás, sus aguas era
curativas, hoy son venenosas).
Quiero ver islas llenas de pájaros, reptiles,
mamíferos, plantas, pastos, árboles, arbustos, quiero ver nuevamente arenas
doradas, no llenas de cenizas.
Las islas deberían ser consideradas un bioma,
un sistema de vida único e irrepetible de humedales, porque un paisaje puede
parecerse a otro, pero jamás será igual; el Cañón del Colorado se parece a
Talampaya, pero no es lo mismo. Cada isla del río Paraná es particular, tiene
su propio ecosistema.
¡Basta de quema de islas, basta de
agrotóxicos!
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